Poemas Telúricos de "Pepe, el pampeano"Pampa Central



Cuentos de aparecidos

Cuando ya en el horizonte
el sol se iba poniendo,
y ansí nos iba diciendo
que la noche se acercaba,
la paisanada buscaba
el fogón, que estaba ardiendo.

Formábamos la rueda grande
alrededor del fogón,
en un costau del galpón
que tenía una enramada,
clavando nuestra mirada
en el fuego, con fruición.

Mientras el mate, sin pausa,
de mano en mano pasaba,
y la leña crepitaba
soltando chispas al viento,
se contaba algún cuento
mientras la carne se asaba.

Aquella noche, la luna,
grande y redonda se alzaba,
y al punto que la miraba
me acordé, de sopetón,
de un cuento del Lobizón,
que por el pago rondaba.

‘‘Hoy se hace la luna llena
–dije con voz sentenciosa–,
miren qué cosa graciosa
si aparece el Lobizón.
¿Se imagina qué emoción,
si se presenta, don Sosa...?’’
.

‘‘Yo, a esas cosas no le temo
–dijo don Sosa, muy serio–.
Lo pior es el cementerio
yenito de almas penando,
dando gemidos, llorando,
en un clima de misterio’’
.

‘‘Tiene usté mucha razón
–le dije, y me santigüé–.
La otra noche me topé
con l’alma ‘e la viuda negra.
Me quedé como de piedra
del susto que me pegué’’
.

‘‘Toda vestida de negro,
ni la cara se le veía.
Un tul negro le cubría
ojos, nariz y boca.
Se reía como loca
del miedo que yo tenía’’.

‘‘Rozó apenas, con sus dedos,
mi mano tiesa de espanto.
Le juro, me asusté tanto
que no sabía qué hacer;
arrepentido de haber
pasau por el campo santo’’.

‘‘Saqué juerzas, no sé diánde,
y talonié mi cabayo.
Este salió como un rayo,
galopiando campo ajuera.
Del julepe de primera,
por poco, casi desmayo’’.

‘‘¡La pucha, qué flojo el hombre!
–dijo don Sosa, riyendo–.
¡Y yo que estaba creyendo
que la iba a conquistar;
o aunque sea piropiar,
y usté se me va juyendo...!’’
.

‘‘No se me ría, don Sosa
–le dije, y me puse serio–,
con almas del cementerio
yo no me meto a jugar,
pero me animo a peliar
con cualquier otro misterio’’
.

‘‘¡No se enoje, amigo Pepe,
yo sólo estaba bromiando!
A usté, lo he visto peliando
y no se achica, lo sé.
Pero, a una mujer, no sé,
no es de hombre andarle pegando’’.

‘‘Usté ha dicho la verdá,
a mujeres no les pego.
Más bien me encienden el fuego
que llevo dentro del pecho.
Pero le juro que, de hecho,
con alma en pena no juego’’.

‘‘Una vez sí, me enfrenté
con la Luz Mala, a peliar.
Escuchen, les viá contar
lo que pasó aquella vez,
y les juro que no es
mi intención, el macanear’’.

‘‘Yo andaba de recorrida
por la Estancia ‘Los Bardales’,
cuando, entre los pajonales,
la Luz Mala apareció.
Por el aire se movió
y paró en los matorrales’’.

‘‘De la sorpresa, salté,
pero dispués, más sereno,
tiré, del zaino, los frenos
y me bajé muy atento.
Y justo en ese momento
la Luz se vino de yeno’’.

‘‘Eché una mano al cuchiyo
y en la otra, el poncho enroyé,
y quietito me quedé
esperando que me ataque.
Se vino, pero de un saque,
con la punta la chucié...’’.

‘‘Hubieran visto, paisanos,
lo que pasó ridepente.
Un gran chisperío ardiente
ante mis ojos brotó.
Por el aire se esparció
y se juntó nuevamente’’.

‘‘Va a ser dura la pelea
–me dije, y la esperé–.
La próxima vez tendré
que pegarle más de yeno.
Y con el corazón sereno,
juerte, el cuchiyo apreté’’
.

‘‘Dispués que se volvió a armar
se me vino nuevamente,
pero en un ridepente,
atrás mío apareció.
¡La pucha que la tiró...,
de golpe cambió de frente...!’’.

‘‘Di media vuelta de un salto
y a lo toro, la encaré.
Con los yuyos trompecé
y me fui para adelante.
Tal vez, en aquel instante,
con la Luz me encandilé’’.

‘‘Pasó sobre mi cabeza
bufando, de enfurecida.
Alcé mi mano enseguida
y de un tajo, la partí.
Si no hubiera sido así,
siguro pierdo la vida’’.

‘‘Al cortarla por el medio,
cayó entre los pastizales.
Lo mesmo que en Carnavales,
diez mil luces se encendían.
Les juro que parecían
los fuegos artificiales’’.

‘‘Estuvo un rato encendida
y luego se fue extinguiendo.
Me arrodiyé agradeciendo
a Dios, por mi salvación,
y pasada la emoción,
seguí el campo recorriendo’’.

‘‘Tal vez ustedes no crean
lo que acabo de contar;
pero puedo asegurar
que tuito es pura verdá,
y que, por casualidá,
al hoyo no fui a parar’’.

Y así, entre risa y risa,
terminaba la jarana.
Nos esperaba el mañana
con mucho pa’ trabajar.
Había que descansar
y dejarse de macanas.


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